miércoles, 6 de octubre de 2010

La redota: Una historia de Artigas (largometraje).

La redota: Una historia de Artigas es el próximo largometraje del uruguayo César Charlone (Ciudad de Dios, El jardinero fiel, El baño del Papa, Ceguera). El filme -coescrito junto a Pablo Vierci (La sociedad de la nieve), y cuya estética claramente toma inspiración de los cuadros de Juan Manuel Blanes-, forma parte del proyecto Libertadores, una serie de películas basadas en distintos próceres latinoamericanos como Tiradentes, Hidalgo, Martí y San Martín. Dicha iniciativa surge en un momento clave: la celebración del Bicentenario de la Independencia de América Latina.
Si bien no se trata de un tradicional biopic sobre nuestro prócer nacional, La redota cala más hondo: es una búsqueda en paralelo de dos hombres tras uno, separada por el tiempo. Por un lado, en 1884 el famoso Blanes intenta “construir” una imagen de Artigas para un cuadro encargado por Máximo Santos. Setenta y tres años antes, el porteño Sarratea envía a Guzmán Larra -un sicario español disfrazado de jornalista-, a acercarse hasta el campamento artiguista establecido a orillas del Ayuí con la intención de asesinar al carismático líder.
La redota, cuyo estreno está previsto para 2011, es una coproducción uruguaya-brasilera-española, realizada por Wanda Filmes, Lusa Filmes y TVE. Para las escenas rodadas en territorio paraguayo, la producción estuvo a cargo de Synchro Image.
El actor uruguayo Jorge Esmoris es quien interpretará a José Artigas. El también oriental Yamandú Cruz se pondrá en la piel de Blanes y el español Rodolfo Sancho en la de Larra.

La cruz de los caminos, por Pablo Vierci

La redota abarca un período de la gesta de Artigas, en 1812 y en el Ayuí, desde donde puede vislumbrarse su pasado y al mismo tiempo advertir lo que vendrá. Justamente por eso La redota eligió esa etapa, la cruz de los caminos, cuando todo se estaba creando.

Ya se percibe que el liderazgo de Artigas es el del conductor y el conducido, es el hombre que encauza los reclamos de su gente. Él no recibe instrucciones sino que construye consensos. Conductor y conducido pero en torno a ideales. El ideal político, que abarca el ideal federal de la gran nación de las Provincias Unidas y el ideal republicano, donde propone un Estado respetuoso de los derechos individuales y alerta, él, un militar, ante los desmanes de los militares. Coronel por rango y general por voluntad del pueblo, dice que su autoridad emana de esa sociedad precaria y mezclada: la instrucción más clara de las que propone en 1813, pero que se venían gestando desde los fogones en el Ayuí, son las trabas constitucionales que aseguran la soberanía del pueblo ante el eventual despotismo militar.
El segundo ideal es el económico y social, plasmado en el reglamento de tierras, que es social y productivo, y que tenía como antecedentes sus viajes con Félix de Azara, cuando trabajaba para la Corona española.
El tercero es el ideal humano, donde Artigas advierte la potencialidad de la diversidad y la mezcla. Aprovecha lo mejor de las revoluciones y las culturas de la época (la francesa, la de Estados Unidos, lo mejor del derecho hispánico, los principios solidarios del catolicismo, la conexión con la naturaleza de los guaraníes y charrúas) y, del mismo modo, absorbe lo mejor de los individuos con los que convive, sin prejuicios, en una revolución policlasista, con patricios, hacendados, criollos, gauchos, negros e indios, donde “naide es más que naide” y nadie baja la mirada al otro.
Así es como Artigas se va alejando del bronce y va decantando el de carne y hueso, que desde el llano nos interpela y provoca la reflexión. El bronce achica al personaje. Humanizarlo lo agiganta, y es en esta escala cuando Artigas se torna verdaderamente imprescindible.

Fuente: http://laredotalapelicula.com/

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